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LAS BELDADES DE MI TIEMPO

aquella noche. Cuando las niñas van a la tertulia, ya están, a la par de las mamas, fatigadas de esperar hasta la media noche, para entrar de las últimas en el salon, creyendo asi hacer mas efecto.

Y sucede, sin embargo, lo contrario; pues ya a esas horas estan desvirtuados los menjurjes, de polvos, velutina, brillantina, etc., etc., con que se embadurnan deplorablemente hasta los labios, cosa que todo el mundo vitupera, y es causa de mofa para la gente de buen sentido, mientras que creen embellecer el rostro con esos falsos mirajes, que no sirven sino para alucinar por un momento delante del espejo, en la creencia de que sea cierto aquello de que a Cupido la pintan ciego. Pero para los admiradores de su belleza de última hora, fabricada delante del espejo que les sirvió de colaborador inocente para su transformación momentanea, no; esto es mas conocido que la ruda.