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CAPITULO XII


Seguirenlos, si a ustedes les parece, con la lista de los Leones euya presencia es la prueba incontestable de la existencia de las beldades aquellas... pues donde hay tigres, indudablemente hay caza.

Y daré principio por uno de los mas conspicuos, Carlos Federico, conde de Terrada, llamado socialmente Lord Ponsonby, por su eleganeia y el papelón que habia hecho en Londres, en donde se‘hizo notable por sus gastos, sus estravagancias, un si es, no es, semejantes a las excentricidades britanicas; y en fin, por sus triunfos a la Lovelace, o sea, su amor al prójimo fememino. Luis y Floro Lavalle, Carlos Benavides, Manuel Masculino, ya antes nombrado — Pepe Sebastiani, el cual no hay por qué llamarle José, pues que a poderlo, él mismo protestaria de ello. Emilio de Alvear por su bien faire en los salones y su figura correcta, según el calificativo actual.—Pantaleón Molina, Isaias Elia, Juan Bautista Alberdi, Carlos Eguia, Diego de la Vega, y en fin, su hermano Ventura, el ilustre poeta dramaturgo, en cuyo nombre hago alto para consagrarle un recuerdo, como un paréntesis abierto en este capitulo, intercalando una comparacion improvisada, inédita. Con motivo de un banquete dado en Madrid a todos los americanos en