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LAS BELDADES DE MI TIEMPO

Una feliz circunstancia lo trajo a Buenos Aires, entusiasmado por los elogios que de este pais le hiciera el coronel don Silvino Olivieri, que habia sido nuestro jefe de la Legión Valiente, renombre y decreto que este cuerpo conquistó por sus hazañas durante el sitio de 1852 a 1853.

El coronel Olivieri regresaba de Roma, desterrado por el Rey Bomba, y entregado al gobierno de Buenes Aires, que lo habia sacado de las prisiones de San Angelo que con muchos otros patriotas habian caido por libertar y hacer la Unidad de Italia.

Thalberg habia Venido al Rio de Janeiro, inducido a ello por el Emperador D. Pedro H, y de ahi lo tomé Olivieri, y lo trajo aqui.

La aparición entre nosotros de este hombre que habia llenado el mundo con su nombre y sus composiciones, lo mismo que por su portentosa ejecución, causó una profunda sensación en el antiguo teatro de las Comedias, después el Argentina, situado en lo que fué hace poco un pasaje, frente al Hotel de la Paz, hoy Hotel Central, ejecutando sus inimitables y grandes fantasias y transcripciones con que encantó a1 auditorio absorto de oir aquella extraordinaria novedad, aquel conjunto de composición y ejecución, al parecer reservadas a su genio.

Las fantasias sobre el Don Juan, de Mozart; la Semiramide y el Moisés, de Rosini; el Elixir de Amor de Donizetti. La Muette de Portici, de Auberg. Su célebre Andante en re bemol. El Tema y Estudio en La manor, esa invención de su genio, repetida en cada noche de sus conciertos, a pedido del auditorio, siempre numerosisimo, fueron las obras magistrales con que se dió a conocer, arrebaténdonos de entusiasmo, su genio musical, y cap-