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sabiendo que estaba libre, entró conmigo en el encierro; pero... Pierrot había desaparecido. Rask, que se encontraba solo, se me acercó haciéndome fiestas, y como reparé que traía atada al cuello una hoja de palma, se la quité y leí lo que sigue: Gracias, hermano, porque me has salvado por tercera vez la vida. Hermano, no olvides tus promesas. Y debajo estaban escritas, en lugar de firma, las palabras Yo, que soy contrabandista.

Tadeo estaba aún más asombrado que yo, porque ignoraba el secreto de la abertura en la pared, y se le ocurrió si el negro se habría transformado en perro. Yo le dejé creer cuanto se le antojara, contentándome con exigirle el secreto sobre lo que había presenciado. También quise llevarme a Rask; pero al salir del castillo se metió por las malezas, y luego le perdí de vista.

XV

Mi tío se indignó con la evasión del esclavo. Mandó hacer pesquisas, y escribió al gobernador para que pusiesen a su disposición a Pierrot, en caso de encontrarlo.

Llegó en esto por fin el 22 de agosto, y mi enlace con María se celebró con gran pompa en la parroquia del Acul. ¡Cuán feliz fué aquel día, en que iban a tener comienzo mis desgracias! Estaba yo embriagado de cierto júbilo, que no sabré explicar a quien no lo haya experimentado, y a