Página:Bug Jargal (1920).pdf/152

Esta página ha sido corregida
148
 

darme más que treinta y dos pesetas. Esta es tu historia y la suya; pero parece que a vosotros los negros y mulatos se os han subido los humos a la cabeza y que se te ha borrado de la memoria cuando servías de rodillas a tu amo Santiago Belin, carpintero en el Cabo.

Biassou le había estado escuchando con aquella risa sarcástica que le daba el aspecto de un tigre.

—Bien está—dijo.

Y en seguida, encarándose con los negros que habían traído al maestro Belin, añadió:

—Agarrad dos bancos, dos tablas y una sierra, y llevaos a ese hombre. Santiago Belin, carpintero en la ciudad del Cabo, dame las gracias por haberte proporcionado una muerte de carpintero.

Y sus carcajadas acabaron de explicar con qué atroces suplicios iba a castigar el orgullo de su antiguo dueño. Yo me estremecí; pero Santiago Belin ni aun pestañeó, y, volviéndose, le dijo con jactancia:

—Sí, debo estarte agradecido de algo, pues te vendí por trece pesos, y está visto que saqué de ti mucho más de lo que valías.

Entonces se lo llevaron.

XXXIII

Los otros dos presos habían asistido, más muertos que vivos, a este espantoso prólogo de su propia tragedia. Su actitud humilde y acongojada hacía