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de su velo, y reparé de nuevo en el acento, que me era conocido, y que se disfrazaba en la gravedad acostumbrada de la voz; él prosiguió con la misma intención en el gesto y tono:

—Sembrada de círculos pequeños, la línea de la salud anuncia gran cantidad de justicias que debe ordenar, y que son necesarias. Hacia la mitad de su curso, se interrumpe para formar un medio círculo, señal de que correrá gran peligro con las bestias feroces, es decir, con los blancos, si no los extermina. La línea de la fortuna, rodeada, como su compañera la de la vida, por pequeños ramales que suben hacia la parte superior de la mano, confirma el porvenir de poder y supremacía a que está llamado; recta y delgada en la parte superior, anuncia el talento para gobernar. La quinta línea, la del triángulo, que se prolonga hasta el arranque del dedo de en medio, promete el más cabal éxito en toda empresa. Veamos ahora los dedos. El pulgar, cruzado a lo largo por rayas menudas, que van desde la coyuntura a la uña, presagia una gran herencia: sin duda que habrá de ser la de la gloria de Bouckmann—añadió el obí en voz sonora—. La eminencia que se forma a la raíz del índice está cargada de ligeros surcos, apenas perceptibles: honores y dignidades. El dedo del centro nada presagia. El dedo anular está surcado de líneas cruzadas: caerán todos sus enemigos y rivales, porque estas líneas forman cruces de San Andrés, señal de ingenio y previsión. La coyuntura que une el dedo meñique a la