Página:Bug Jargal (1920).pdf/112

Esta página ha sido corregida
108
 

espíritu de vértigo, acompañan con obscenos bailes las bárbaras canciones de sus esposos y ofrecen una grotesca parodia de las bayaderas del Indostán, o de las almeas egipcias. Algunas, pues, de esta clase de mujeres eran las que acababan de sentarse en rueda a algunos pasos de mí, cruzadas de piernas al estilo africano y en torno de un inmenso montón de secas ramas, que ardía haciendo vacilar los espantosos rostros al incierto resplandor de su rojiza lumbre.

Así que hubieron formado el círculo, agarráronse todas de la mano, y la más anciana, que tenía una pluma de garza plantada en el cabello, comenzó a clamar:

Ouanga!

Y conocí que iban a operar el sortilegio a que dan tal nombre. Repitieron todas en coro:

Ouanga!

Y la vieja, después de un corto rato de solemne silencio, se arrancó un mechón de su propio pelo y lo arrojó al fuego, pronunciando estas palabras sacramentales:

Malé o guiab.

Las que en el dialecto de los negros criollos significan: “Me voy con el diablo.” Todas las griotas, imitando el ejemplo de su decana, entregaron a las llamas un rizo de sus cabellos, repitiendo con gravedad:

Malé o guiab.

Tan extraña invocación y los gestos burlescos de que iba acompañada me arrancaron aquella es-