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PRINCIPIO DE RELATIVIDAD

pues de otro modo el experimento de Michelson habría conducido a diferencias sensibles en la velocidad de los rayos AB y AB, (fig. 10).

20.

Es evidente que, existiendo un límite finito para las velocidades, no es posible aplicar a dichas magnitudes la regla del paralelogramo cuando se quieren sumar o superponer dos de ellas. Supongamos un sistema que se mueve en el espacio con el observador O': el vagón de ferrocarril a que he aludido anteriormente. Este observador mueve un objeto dentro del vagón con una velocidad . Si queremos averiguar la velocidad que tiene dicho objeto para otro observador O1, exterior al sistema que se mueve, la Ciencia clásica nos ha enseñado que bastará componer, según la indicada regla del paralelogramo, las dos velocidades y , cuya resultante será (fig. 13). Para simplificar, consideremos el caso en que las direcciones de y son idénticas: entonces

,(20, 1) según que los sentidos de y sean iguales u opuestos. Fig. 13.
Fig. 13.

Pero la velocidad es una magnitud compleja a la cual se llega dividiendo una distancia por un intervalo de tiempo. En la Ciencia clásica, en virtud de los postulados que encierra el grupo de Galileo, las