resultados se deduce, a juicio suyo, la constancia de c con independencia del observador. Sin embargo, se podrían también interpretar suponiendo que el valor de c1 es diferente de c, pero idéntico cualquiera que sea la dirección del movimiento relativo, que, después de todo, es una hipótesis necesaria en virtud del experimento de Michelson.
Así, parece preferible fijar con Einstein como un segundo postulado la constancia absoluta de c para todos los sistemas de referencia.
Por consiguiente, en vez de suponer que la única velocidad común a dos observadores es c= ∞, como ya he dicho (§ 10) resulta que del grupo de Galileo, se adopta la hipótesis de que existe una velocidad finita que cumple con esta condición, y además se establece que dicha velocidad es la de propagación de las ondas luminosas. Sin duda, lo que caracterizará al grupo de transformación que se busca es el valor finito de la repetida velocidad común: que ella sea precisamente la de propagación de la luz es una cuestión de orden meramente empírico.
El grupo de transformación a que vengo aludiendo se puede escribir en la forma