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B. CABRERA

son los únicos, ponen bien en evidencia cómo la aplicación del grupo de Galileo a los fenómenos electromagnéticos resulta completamente injustificada, por lo menos en la forma en que fué hecha por Hertz.

Pero antes de seguir adelante, conviene advertir que ni el sabio alemán ni los demás físicos, en la época en que esta cuestión surgió, la plantearon en los términos en que lo he hecho. Por entonces la existencia del éter se consideraba innegable, y así Lord Kelvin podía decir que teníamos un conocimiento de su naturaleza más completo que de la materia ordinaria, puesto que todo lo que habíamos de exigirle estaba contenido en aquellas ecuaciones del campo electromagnético que he recordado arriba.

Precisamente la seguridad que esta opinión revela nace del papel principalísimo que la Mecánica de Newton desempeñaba en la Física. Esenciales en ella son los teoremas de conservación de la cantidad de movimiento y de la energía para los sistemas aislados, así como la distinción radical entre materia y energía, que otorga a aquélla la condición de soporte de las magnitudes y ℰ. Ahora bien: los teoremas indicados dejan de cumplirse para los fenómenos electromagnéticos cuando no se admite la existencia del éter.

Comenzaré por la conservación de . Imaginemos un foco radiante electromagnético E (fig. 7), luminoso o de ondas hertzianas, fijo al foco geométrico