la observación y la teoría. Y de la indeterminación con que el problema se presenta da idea la variedad de puntos de vista que han sido posibles para abordarle.
Así, Lehmann-Filhis y Hepperger limitan el papel desempeñado por la velocicad c, a una diferencia de tiempo entre el instante en que la acción nace en el cuerpo atrayente y aquel en que se manifiesta en el atraído, conservando para su valor numérico la expresión (35,1); mientras Laplace razona en fosma análoga a como se hace en el estudio de la velocidad de la luz, de modo que la velocidad v, del movimiento de este último cuerpo impone una componente
34 Du z la 13 proporcional a la relación o. que actúa en dirección 1
opuesta a y. Estos métodos conducen a valores fantásticos para c,, que, según los cálculos de Laplace, necesitaría exceder de 107c; pero también se ha intentado la interpretación de los efectos residuales a que aludía antes, tomando como modelo para la teoría de las acciones gravitatorias entre las masas en movimiento las leyes de la Electrodiriámica en la torma que les atribuyera Weber, en las cuales interviene la velocidad de propagación de manera esencial. Lévy ha demostrado que, de modo más o menos artificioso, se puede lograr la interpretación del más notable de aquellos efectos residuales (mo vimiento de la órbita de Mercurio) identificando las
2] FUNDACIÓN
— 1 z =5(JUANELO
a) TURRIANO