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BARTOLOMÉ DE ALBORNOZ.

que la libertad déla ánima se haya de pngar con la servidumbre del cuerpo. Nuestro Sidvador á todos los que sanó de las enfermedades corporales, curó primero de Jas del ánima. San Pablo a Filemon, aunque era cristiano, no quiso privar del servicio de su enclavo Onésimo; y abora al que hacen cristiano quieren que pierda la libertad, que naturalmente Dios dio al hombre.

Cada uno hace su hacienda, mas muy pocos la de Jesucristo. ¡Cuan copiosa sería en el cielo la paga del que se metiese entre aquellos bárbaros á enseñarles la ley natural, y disponerlos para la de Jesucristo, que sobre ella se funda! Ya estas partes están ganadas para Dios; aquellas eslán hambrientas de la doctrina. Grandísima es la miese, y los obreros ningunos. Porque la tierra es caliente, y no tan apacible emio Talavera ó. Madrid, nadie quiere encargarse de ser Simón Cirineo para ayudiir á llevar la cruz, si primero no le pagan el alquiler adelantado. Si asi lo hicieran los apóstoles, y cada uno tomara su ermita en Jorusalen, tan | or predicar estuviera hoy la ley de Jesucristo como diez aíios antes que él encarnase. Suya es la causa; él la delienda, y á mi de los que culparen esta <ligresion, que por servicio suyo y amor del prójimo he hecho, para advertir á los mercaderes que, pues hay otras cosas en que empleen su caudal, no gusten de trato tan carnicero.