Sube gimiendo con mortal fatiga
El grave peso que en sus hombros lleva
Sísifo al alto monte, y cuando prueba
Pisar la cumbre, á mayor mal se obliga.
Cae el fiero peñasco, y la enemiga
Suerte cruel su nuevo afan renueva[1];
Vuelve otra vez á la difícil prueba,
Sin que de su trabajo el fin consiga.
No iguala aquella á la desdicha mia,
Pues algun tiempo alivia en su tormento
Los hombros, á tal carga desiguales[2].
Sufro peso mayor con tal porfía;
Que un punto no perdona al pensamiento
La importuna memoria de mis males.
Baña llorando el ofendido lecho
De Colatino la consorte amada,
Y en la tirana fuerza disculpada,
Si no la voluntad, castiga el hecho.
Rompe con hierro agudo el casto pecho,
Y abre camino al alma, que indignada
Baja á la obscura sombra, de vengada.
Aun duda si su agravio ha satisfecho[3].
Venció al paterno llanto endurecida,
Y de su esposo el ruego, que no basta,
Menospreció con un fatal desvío[4].
«Ceda al debido honor la dulce vida[5]:
Que no es bien, dijo, que otra menos casta[6]
Ose vivir con el ejemplo mio.»
Cuando en horror medroso y ciego espanto
Por los teucros discurre Alecto airada,
Y el impio acero de la griega espada
Hace crecer con frigia sangre el Janto,
Entre los gritos y confuso llanto[7]
De la mísera gente descuidada
Alza la voz Casandra, arrebatada
De profético aliento y furor santo[8].
«En tus cenizas, dice, ¡oh patria cara!
Se guarda el fuego cuya llama ardiente
Hará costosa á Grecia esta vitoria.
»Otra renacerá de ti mas clara
Troya, por quien tu nombre eternamente
Vuelva á vivir en mas dichosa historia.»
Castiga el cielo á Tántalo inhumano,
Que en impia mesa su rigor provoca,
Medir queriendo en competencia loca
Saber divino con engaño humano.
Agua en las aguas busca, y con la mano
El árbol fugitivo casi toca;
Huye el copioso Eridano á su boca,
Y en vez de fruta aprieta el aire vano.
Tú, que espantado de su pena, admiras
Que el cercano manjar en largo ayuno
Al gusto falle y á la vida sobre,
¿Cómo de muchos Tántalos no miras
Ejemplo igual? Y si codicias uno,
Mira el avaro, en sus riquezas pobre.
El griego vencedor que tantos años
Víó contra si constante la fortuna;
El que pudo sagaz de la importuna
Circe vencer los mágicos engaños;
El que en nuevas regiones y en extraños
Mares temer no supo vez alguna;
El que, bajando á la infernal laguna
Libre volvió de los eternos daños,
Los ojos cubre y cierra los oidos
De las sirenas á la vista y canto,
Y se manda ligar á un mástil duro;
Y negando al objeto los sentidos,
La engañosa belleza y fuerte encanto
Huyendo vence, y corta el mar seguro.
«Tú, de la noche gloria y ornamento.
Errante luna, que oyes mis querellas;
Y vosotras, clarísimas estrellas,
Luciente honor del alto firmamento,
»Pues ha subido allá de mi lamento[10]
El son y de mi fuego las centellas,
Sienta vuestra piedad, ¡oh luces bellas!
Si la merece; mi amoroso intento.»
Esto diciendo, deja el patrio muro
El desdichado Píramo, y de Nino
Parte al sepulcro, donde Tisbe espera.
¡Pronóstico infeliz, presagio duro
De infaustas bodas, si ordenó el destino
Que un túmulo por tálamo escogiera!
El triste fin, la suerte infortunada[11]
(Ajeno premio de la fe constante)
Del uno y otro miserable amante,
A quien perdió una noche y una espada,
Oculta en sombra obscura esta labrada[12]
Piedra. Tú, peregrino caminante.
Repara el grave caso, y con semblante
Pio suspende el curso á tu jornada;
Que darás tiernas lágrimas no dudo
A estas cenizas, donde aun dura ardiente[13]
El fuego que causó desdicha tanta[14];
Debida compasion al mal que pudo
Mudar color en la cercana fuente,
Y el de su fruto en la silvestre planta[15].
Labra Artemisa el grande mausoleo,
Que los altos pirámides afrenta
Del egipcio soberbio, y no contenta.
Busca á su ilustre fe mayor trofeo.
Del tierno y casto pecho en nuevo empleo[16]
Hacer sepulcro al nuevo esposo intenta,
Cuyas cenizas, de su amor sedienta,
Bebe con ansias de inmortal deseo[17].
«En vano, dice, pretendió la muerte[18]
De ti, dulce Mausolo, dividirme,
- ↑ Suerte cruel su duro afan renueva.— Texto de Colon.
- ↑ Los hombros á la carga desiguales.— Id.
- ↑ Aun duda si su ofensa ha satisfecho.— Id.
- ↑ Desestimó con un mortal desvio.— Id.
- ↑ Ceda el debido honor la dulce vida.— Texto de Fernandez.
- ↑ Que no es justo que otra menos casta.— Texto de Colon.
- ↑ Entre las quejas y confuso llanto.— Id.
- ↑ El maestro Medina tiene por admirables estos cuartetos.
- ↑ Este soneto, antes que por Fernandez, fue publicado por Espinosa en las Flores de poetas ilustres, y después por Gracian en la Agudeza y arte de ingenio.
- ↑ Pues han subido allá de mi lamento.— Texto de Colon.
- ↑ El nuevo fin, la suerte infortunada.— Id.
- ↑ Encierra en sombra oscura esta labrada.— Id.
- ↑ A las cenizas donde aun dura ardiente.— Id.
- ↑ El fuego en que cayó desdicha tanta.— Texto de Fernandez.
- ↑ Y el de su fruto en la insensible planta.— Id.
- ↑ Del tierno y casto pecho nuevo empleo.— Texto de Colon.
- ↑ Bebe con ansias de mortal deseo.— Id.
- ↑ Mal podrá, dice, la enemiga muerte.— Id.