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COMPOSICIONES VARIAS.

Tal vez una el temido
Y no excusado golfo del olvido
Navegaremos; rústicos sayales
Y púrpuras reales
No atiendas, no, si en vaso cristalino
El vino resplandece
A menosprecio del rubí, y despierta
Tu paladar su dulce peregrino.
Entra suave; y ¡cómo, cómo empece
La ponzoña encubierta
De su tan breve duracion, y muerta
La alma huye! Así víbora engañosa
Ofende envuelta en rosa.
Ni te desvele el vano crecimiento
Del cense y del cuidado
(Un par de siempre males compañeros);
Mas al ser de las cosas breve atento
Aprende á ser, no sabio demasiado,
Y mezcla á los severos
Consejos, necios ratos placenteros.
¡Oh, cómo es gran saber ser en debido
Lugar desentendido!


SONETO LIV.
A Dios nuestro señor.

¿Cómo esperaré yo que de mi pena
Tibias las quejas toquen en tu oido,
Si con la lengua libertad te pido,
Y el corazon se goza en la cadena?
Tú, Señor uno, ves cuánto esté ajena
La voz, que te importuna, del sentido;
Y así, en bandos injustos dividido,
¿Ver placada tu faz podré y serena?
Tal es; haber piedad de un quebrantado
Corazón aun es obra gue en un crudo
Pecho mortal halló tal vez entrada;
Mas tirar del infierno á un obstinado
Mal grado sujo, en tí, Uno, caber pudo,
Arbitro de la muerte y de la vida.

FIN DE LAS POESÍAS DE DON FRANClSCO DE MEDRANO.