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VIII
Vida de Cervantes.

Toledo, cuya rama vino á entroncarse con la de los reyes de Castilla, por medio de D." Juana Enriquez de Córdova y Ayala, segunda mujer de D. Juan il. Sea como fuere, su familia era conocida como de hidalgos principales, aunque decaida de su antiguo esplendor, á causa de los escasos bienes de fortuna, que con bastante frecuencia son señales de hereditaria honradez en repúblicas de cierta manera organizadas. Y como esta misma condicion era entonces, aun mas que en nuestros dias, obstáculo para ejercer ciertas profesiones lucrativas sin dejar de ser honestas, la escasez de recursos de los padres de CERVANTES, sobrecargados ademas con el sustento de otros hijos, no les habria permitido darle la educacion que á su clase correspondia, si su residencia en Alcalá, emporio en aquel tiempo de las ciencias y liberales estudios, no les hubiera facilitado los medios económicos de atender á esta obligacion, cultivando desde la cuna aquella clarísima y fecunda inteligencia.

Pocas noticias tenemos de los primeros años de CERVANTES, como no sea por algun fugaz recuerdo expresado casualmente en sus escritos. Así sabemos que siendo todavía muchacho vió representar al famoso Lope de Rueda, insigne farsante y autor dramático, quien por aquellos tiempos vino de Sevilla, su patria, á Madrid y otras poblaciones de Castilla á dar muestras de su rara habilidad; y quedaron tan impresos sus versos en la memoria de CERVANTES, que aun en edad muy provecta se deleitaba en recitarlos como modelo de cómica elocucion[1]. Desde tan tierna edad mostró decidida inclinacion á la poesía, aunque, segun él mismo confiesa, no le fué concedido este don por el cielo, que por otros caminos á la cumbre de la gloria le guiaba[2]. De aquella vivacidad y donaire, que conservó constantemente hasta despues de recibida la Extrema—uncion, podemos inferir la que descubriria desde niño, porque estas son prendas que nacen con el hombre, y no se adquieren, aunque si se dirigen y regularizan por el trato y la educacion.

De sus primeros maestros solo conocemos el nombre del presbítero Juan Lopez de Hoyos, varon piadoso y grande humanista, que despues fué nombrado catedrático de gramática latina en el estudio de la villa de Madrid, de donde era natural, y posteriormente cura de la parroquia de San Andrés. Es de creer que CERVANTES aprenderia con singular aprovechamiento, si se atiende á los elogios y expresiones de cariño que le prodigó su maestro, segun verémos dentro de poco. Su aplicacion, por lo menos, y ansia de saber era tanta, que á tenor de lo que él mismo refiere, iba recogiendo para leer los papeles rotos que encontraba por las calles[3].

Sus obras demuestran que sin menoscabo de su ingenio y propio caudal poseia una erudicion no vulgar, y abundante lectura de los buenos autores, á quienes unas veces alude y otras cita, si bien con frecuente descuido é infidelidad; y esto explica satisfactoriamente la interrupcion

  1. «Yo, como el mas viejo que allí estaba (escribia en el prólogo de sus comedias impresas en 1614), dije que me acordaba de haber visto representar al gran Lope de Rueda, varon insigne en la representacion y en el entendimiento... y aunque por ser muchacho yo entonces no podia hacer juicio firme de la bondad de sus versos, por algunos que me quedaron en la memoria, vistos agora en la edad madura que tengo, hallo ser verdad lo que he dicho.»
  2. Desde mis tiernos años amé el arte
    Dulce de la agradable poesía.

    (Viaje al Parnaso, pág. 596.)

    Yo que siempre trabajo y me desvelo
    Por parecer que tengo de poeta
    La gracia que no quiso darme el cielo.

    (Ibidem, pag. 589.)

    Que yo soy un poeta desta hechura:
    Cisne en las canas y en la voz un rouco
    Y negro cuervo, sin que el tiempo pueda
    Desbastar de mi ingenio el duro tronco.

    (Ibidem, pág. 589.)
  3. Y como soy adicionado á leer aunque sean los papeles rotos de las calles.
    (Don Quijote, primera parte, cap. ix, pag. 245.)