cion a su hermano el gobernador del Perú—llamela la Nueva Extremadura por ser el marques de ella i yo su hechura».
Aunque arrancado de tan pobre móvil, mantuvo Valdivia su bautizo con incontrastable constancia, durante los catorce años que gobernó en Chile. En su primera como su última provision, se encuentra el sello de su poderosa voluntad, empeñada en borrar una memoria que estaba ya tres veces consagrada por los aboríjenes, por los incas i por los dos Almagros i sus bravos soldados «los de Chile».
En las actas del cabildo de Santiago, miéntras gobernó Valdivia, la fórmula invariable es siempre la siguiente en el encabezamiento de cada una:—En la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo de estas provincias de la Nueva Extremadura». En el último documento público emanado del capitan estremeño, que es el nombramiento de un maestro platero, hecho en Concepcion a fines de 1553, insiste todavía en llamar a Chile simplemente—«este Nuevo Extremo».
XXII
Mas el hábito i la fama pudo mas que la tenaz voluntad del conquistador, porque desde los primeros años, las autoridades, los capitanes, los mercaderes del Perú, todos en las Indias no cesaron de llamar nuestra colonia—«el reino de Chile».