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la ciudad encantada de los césares

No pensaron, sin embargo, como el fiscal Perez de Uriondo, ni el anciano presidente de Chile don Ambrosio Benavides, que sentia un terror pánico por el alzamiento de los indios, sobresaltados con aquellas continuas entradas a su tierra, ni el respetable virei del Perú don Teodoro Croix, caballero de grandes merecimientos. En consecuencia, i aunque el obstinado Orejuela obtuvo todavía no solo una sino dos reales cédulas más en que le nombraban caudillo de la conquista de los Césares, aquel alto funcionario no creyó conveniente darles curso, i el anciano capitan de mar permutó, a la postre de sus ajitados dias, las aventuras de descubridor, por via de amigable acomodo, con la de capitan reformado en el ejército de Chile, en cuyo destino probablemente falleció [1].

Tal es la relacion apresurada, pero fiel, fruto de apurada labor, de una de las leyendas históricas de la América española que con mayor intensidad i por mas largo tiempo, ha preocupado los espíritus


  1. Memoria del virei don Teodoro de Croix, páj. 181. Las ultimas reales cédulas en favor de Orejuela i de los Césares tenian las fechas del 12 de julio de 1782 i 31 de mayo de 1788.

    Por otra real cédula del 30 de mayo de 1781 se aprobó la resolucion del presidente Benavides, por la que quedaba anulada la espedicion i satisfecho con su destino de capitan de plaza el anciano Orejuela, i esta última es la postrera fecha en que hemos visto al gobierno español ocuparse de esta singular i prolongada aventura.