guna, en las cabeceras de Rio Bueno, que es el que pasaba por Osorno, en donde, dice, se recojieron sus vecinos, i cuja descendencia, multiplicada con el tiempo, permanece allí voluntariamente incógnita. Todo lo cual parece fabricado sobre la fabulosa historia de las Batuecas.
«De estas historias de ciudades incógnitas, ha habido muchas en el Perú, añade el cuerdo cronista. Un vecino de Cochabamba, por tradiciones vulgares, solicitó el título de gobernador del Gran Paytiti, suponiendo que en lo interior de la Montaña, habia una gran ciudad con este nombre i otros pueblos que gozaban sumas riquezas; pero que sus habitadores cuidaban sumamente de sustraerse a la noticia de los españoles. I aunque consumió crecido caudal en las entradas que hizo por aquellos incultos i despoblados paises, sin encontrar poblacion ni riqueza, nunca confesó el desengaño. Después de sus dias ha habido pretendientes a este título, pues aun el año de 1750, existia uno, el cual es tan imajinario como lo es el Gran Paytiti, i la ciudad de españoles descendientes de los de Osorno, de que habla la relacion venida de Valdivia,» esto es, la relacion del capitán Pinuer.
I ¡cosa estraña! El último en negarse a la evidencia de aquel caso, fué el funcionario que por su