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la ciudad encantada de los césares

permitan seguir al animoso esplorador en sus senderos. Acompañado de un grupo de indios fieles, visitó Mackenna aquellos solitarios parajes en los últimos dias de febrero de 1798, i habiendo llegado, encorvado sobre el lomo del caballo, por la espesura del monte, a tiro de arcabuz de la laguna de Puyehue, recorrió a pié los mismos sitios que habian visitado tal vez los esploradores de 1777 i 78, veinte años hacia.—«Deseando colocar esta laguna—dice el gobernador de Osorno por la de Puyehue, en un oficio que se ha mantenido desconocido hasta el presente, al virei del Perú, con fecha de Osorno, marzo 11 de 1798—así como tambien la de Lauquihue, i siendo intransitable la playa para ir a caballo, pasé adelante como dos leguas a pié hasta llegar a un punto de donde se distinguia perfectamente toda la laguna, i aclarándose al mismo tiempo la atmósfera divisé toda la cordillera i los cerros principales que habia delineado desde las pampas, pero particularmente el volcan de Copi que demoraba al sud.

«Tiene la laguna de Puyehue—añade el descubridor—de oeste a este cerca de cuatro leguas, poco mas o ménos, i de norte a sur escasamente una, i de la estremidad occidental sale el rio de Pilmayquen que es el único desagüe que posee» [1].


  1. Esta estension de cuatro leguas es la misma que atribuyó al lago de Puyehue la expedicion de 1777: por manera que debe ser un grave error de imprenta el que hace decir al señor Astaburuaga en su escelen-