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la ciudad encantada de los césares

forma el eterno pasivo del hombre i que lleva inscrito este rubro:—¡Desengaños!—sucedió al ilustrado Carminate un gobernador fastuoso, novelero, sumamente rico i de cuya prosa i vajilla de maciza plata, hacian memoria todavía los viejos pobladores de Valdivia, hace de esto once años, por lo que oyeron contar a sus mayores [1].

Fué este último funcionario el coronel don Joaquin de Espinosa, a quien el comisario Pinuer no tardó en contajiar con su ciega i entusiasta credulidad. Contaba tambien para esto con la calorosa cooperacion del secretario del gobernador don Pedro Umardo Martinez, mulato lleno de habilidad, capitan de pardos de Valdivia i brioso cesarista [2].

Como era hombre rico i orgulloso el crédulo gobernador de Valdivia, puesto que era de los «Espinosa de los Monteros,» dieron pronto oido en Santiago i en Lima a sus repetidas solicitudes para enviar una espedicion esploradora, no solo el mandatario superior de Chile, que lo era don Agustin de Jáuregui, hombre de pulso i esperiencia, sino el terco Amat, a la sazon vire i del Perú. Espinosa,


  1. Don Juan Francisco Adriasola, tesorero de Valdivia en 1866, i que falleció poco mas tarde de cerca de 80 años de edad, conservaba viva la leyenda de los Césares i del coronel Espinosa, su último esplorador. Al ruido del agua, que no cesaba de caer en noviembre de aquel año, nos comunicaba el bondadoso anciano sus recuerdos, despertando los nuestros al amor del brasero de la tesorería, o mas bien, del brasero del valdiviano.
  2. Libro de actas citado del Juzgado de Comercio de Santiago.