Entre tanto, el comisario Pinuer, apasionado de su hallazgo como de un tesoro, continuaba buscándole solucion por todos los caminos que su fe le sujeria. Para lograr mejor tal fin i encontrar sosten en sus superiores, que lo eran directamente el gobernador de Valdivia i el virei del Perú, a cuya jurisdiccion estaba sometida mas de cerca Valdivia i su guarnicion, como plaza de guerra de primer órden, dió cuerpo el comisario a una idea injeniosa i que no pqdia ménos de ser simpática a los pobladores del mediodía de Chile.
Consistia esa combinacion en abandonar la ya vieja i desacreditada teoría de que los Césares procedian de un buque náufrago en el Estrecho, i en sostener con enerjía i convencimiento la de que aquellos colonos enclavados en el fondo de las planicies i lagunas que en aquella latitud rodean las cordilleras de Chile, eran los antiguos pobladores del heróico Osorno, aquellos bravos que, escapados con las armas en la mano, abriéranse paso por entre las huestes alzadas i vencedoras de la gran rebelion (1600-1604), i fueron a asilarse con sus mujeres, sus hijos i sus tesoros (los tesoros de Ponzuelos!) en aquellas soledades. De aquí su bravura, su ener-