enerjía del caudillo i la sobriedad de los colonos. Sebastian de Arguello habia salvado tambien toda la artillería de su nave, i con ella guarnecia los fuertes i hacia salvas en los dias en que los piadosos Césares celebraban las procesiones i fiestas relijiosas con inusitado esplendor.
Esto en cuanto a la ciudad de los Césares españoles, porque ya hemos visto que la de los colonos peruanos, como mas antigua, era mas vasta i mas rica todavía. I por esto dieron a los últimos el nombre de indios Césares, de los cuales se averiguó, siendo virei del Perú don García Hurtado de Mendoza (interesado en el caso milagroso), que habian pasado, segun ya vimos, por las cabeceras de Atacama en los primeros años de la ocupacion de su patria i de la captura de sus príncipes por Francisco Pizarro i Diego de Almagro. Estas fueron, al ménos, las noticias que sobre aquel éxodo de todo un pueblo recojió por informacion pública el correjidor de Atacama Diego Godoi de Laiza, cuando, empeñado don García en hacer luz sobre el descubrimiento de los Césares, mandó que se levantase informacion bajo juramento, de aquella marcha de los peruanos, que trae involuntariamente a la memoria la de los israelitas cautivos en Ejipto.