de los Andes—dos españoles que contaban la mas estraña, estupenda i maravillosa historia que jamas se hubiera oido de boca humana en aquellas remotas partes del Nuevo Mundo.
Llamábase el uno de aquellos peregrinos, aparecidos como de la luna en aquellos parajes, Pedro de Oviedo i era de oficio carpintero; el otro, Antonio de Cobos, picador de piedra. I hé aquí sucintamente la historia que ámbos a la par contaron bajo juramento, la cual, por tanto, púsose por escrito en presencia del correjidor de Concepcion, que lo era el licenciado Julian Gutierrez de Altamirano, gran amigo de Pedro de Valdivia, cuyo traslado envióse por verídico i prodijioso al rei don Felipe II, i vió con sus propios ojos en el orijinal Diego de Rosales, algo como medio siglo mas tarde.
Uno i otro deponentes venian embarcados como tripulantes en la espedicion que por el año de 1539, ántes que Pedro de Valdivia emprendiera su marcha del Cuzco al valle del Mapocho, envió al descubrimiento de las Molucas, por la via del Estrecho de Magallanes, el famoso obispo de Palencia (metido bajo su mitra, a armador, a negociante i a jeógrafo),