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La lectura de ese suelto produjo la natural alarma en el espiritu de los asesinos, á quienes ya se les indicaba como los autores de aquella desaparición.

Sin embargo, la policía, ante la cual nadie había hecho la denuncia hasta entonces, aún no se habia dado cuenta exacta de lo que ocurría, ni había tomado, por lo tanto, medida alguna.

Fué Marcet el primero que, con toda audacia, se dirigió al departamento é hizo la denuncia de la desaparición de Alvarez como «amigo intimo del desaparecido.»

El jefe de la repartición, que lo era el señor Perdriel, prometió tomar las medidas necesarias para descubrir lo que alli hubiera; pero, considerando fuera verdad lo que Marcet aseguraba, de que tal vez aquel «calavera» estaría oculto con alguna mujer, su actuación en ese asunto se manifestó tan débil, que aquel diario publicó otro artículo terriblemente irónico contra la justicia de aquellos tiem- pos, «que dejaba escapar criminales y no perseguía á los presuntivos delincuentes por consideraciones odiosas.»

Gobernaba entonces, después de la caida de Rivadavia, en la provincia de Buenos Aires, el coronel Dorrego, cuyo gobierno se inició diseñándose de nuevo la maldita anar- quia del año 20 en el ambiente politico; cuando la corrup- ción y el escándalo reinaban de tal manera, que por indi- cación del nuevo gobierno la cámara de justicia llevó á la cárcel á varios escribanos que hacian escrituras falsas, y la policia ordenó, á pesar de todas las protestas que se le- vantaron entre la gente noctámbula, que las casas de trato se cerraran á las ocho de la noche, por producirse en ellas grandes escándalos y aun crimenes horribles.

Dorrego, por medio de su ministro de gobierno, doctor Rojas, llamó la atención del señor Perdriel sobre lo que decia El Tiempo, conminándolo al cumplimiento de su deber «con toda diligencia» en el asunto del desaparecido.

Pasaron algunos dias y á pesar de las medidas tomadas por la policia, circunscriptas á las declaraciones de veci- nos y comerciantes de la Recova, nada se conseguia que diera la mínima luz en aquel misterio.