Página:Barreda Cronicas.djvu/56

Esta página no ha sido corregida
— 56 —

que quedaba en su vaso, muy ajeno de que le pudieran hacer aquella pregunta.—Yo no he jugado nunca—le con- testó al fin con cierta timidez.

—Niego—le replicó Marcet,—yo le he visto jugar á las cartas con su hermano.

—¡Ah, con su hermano es otra cosa! —arguyó Azcué- naga, que no perdia la ocasión de divertirse á expensas de cualquiera.—Asi todo queda en la familia...

—Es cierto, si, pero...—replicó don Francisco riendo— jugamos con Angel á la brisca, al tute, y á veces al burro, y nunca á esos juegos que llaman peligrosos. Asi es que no me atrevo...

Los amigos rieron con el estrépito de antes.

—Anímese, «mi amigo»—le dijo Alzaga insinuante.

—Podemos hacer una vaca, si le parece—añadió Az- cuénaga.

—¡Qué vaca ni que toro! —replicó Marcet con impacien- cia.—Que juegue solo que ya tiene edad para hacerlo y sobre todo que no ha de mermar su fortuna si pierde.

—¿Y qué dirá el hermano?—preguntó Azcuénaga con exageración burlesca.—¡Que lo hemos pervertido!

—Juegue, amigo don Francisco — le volvió á decir Arriaga,—que una golondrina no hace verano.

—Y sobre todo, hágale el gusto á su tocayo—siguió Azcuénaga.

—Puesto que mi tocayo lo quiere y ustedes lo desean... —murmuró Alvarez, sacando de distintos bolsillos, des- pués de una minuciosa requisa, unas cuantas monedas de plata.—¡Caramba!—añadió mirando á los demás, y sobre todo el montón de onzas de Alzaga, con timido aturdi- miento,—como no venia preparado, no traigo para jugar con ustedes.

—No importa que no traiga—le dijo Arriaga, —usted puede jugar bajo su palabra, que es dinero contante.

—¿Otro ponchecito?—le preguntó Azcuénaga con cómi- ca solicitud, tomando el cucharón y llenándolo de liquido.

—Con que ya estoy mareado... Deje usted, don Miguel, deje usted,..—le dijo Alvarez, insistiendo débilmente á la