Página:Barreda Cronicas.djvu/175

Esta página no ha sido corregida

vi

Lorenzo Salay

Ya se habia adelantado Martin Pereyra á dar cuenta á su jefe de aquel desconocido eucontrado con la india Iponá, sin menguar detalle ante los que, como á él, causá- ronle verdadera sorpresa á Paloimino; pero, reflexionando después sobre los contradictorios sentimientos de aquella mujer singular, cuya sagacidad, destreza y coraje no tenia ni aun entre el sexo masculino, repuso:

—¿Y qué tiene de extraordinario? ¿No me amparó á mi también sin conocerme cuando hui de mi pulperia hecho una criba? ¿Y tú, Pereyra, no le debes también grandes servicios á pesar de aborrecerte? ¿Y cuántos hay que se encuentran en las mismas condiciones? ¿Qué extraño es, entonces, que al encontrar á ese hombre herido de muerte lo haya salvado?

—Pero es, capitán --repuso «el terrible Curú,» con bru- tal malicia, — que una cosa es salvar y otra encontrarlos tan unidos cuando dormían.

—Cuando se duerme, Pereyra—contestó Palomino rien- do,—no se sabe lo que se hace.

Y añadió, ya serio y clavando en él la mirada amena- zadora: