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V

Un año duró el luto de la señora de Alzaga, durante el cual supo darse exacta cuenta de su posición, y en vez de entregar la administración de su cuantiosa fortuna, heredada de su difunto esposo, á gente extraña, ella misma la vigilaba en persona en sus minuciosidades más detalladas, yendo á sus distintas y valiosas estancias al par que con ese objeto, con el de disfrutar de los aires bonancibles del campo y de las variadas y cómodas distracciones que ella se proporcionaba.

Por lo general la acompañaba á esas «viaggiaturas», su tía doña Tránsito Cueto, recién desposada con el conocido hombre público de aquellos tiempos, autor de varios copiosos poemas históricos y el más fecundo de nuestros pintores de costumbres campestres, Apolo y Apeles en una pieza, don Bernabé Demaría.

A él le he oido contar la siguiente anécdota, como otros muchos hechos de este relato, que da ligera idea de la modalidad un tanto novelesca de la vida íntima de la bella viudita.

Se hallaba en la estancia llamada Guancho.

Terminaba la comida y ya la tarde, de un dia canicular del mes de Noviembre de 1871, había declinado, cuando Felicitas, ponderando lo placentero de la noche, les propuso trasladarse á la Postrera, su estancia predilecta.

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