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Valera

Luego... la retahila de cosas que se ocurran. Y por remate: eso es.

Este género de retórica es natural, y todos la empleamos. No se critica aquí el uso, sino el abuso. En el abuso hay algo parecido al juego infantil de apurar una letra. «Ha venido un barco cargado de...» Y se va diciendo (si, v. gr., la letra es b) de baños, de buzos, de bolos, de berros, de bromas.

Las composiciones escritas según este método retórico tienen la ventaja de que se pueden acortar y alargar ad libitum, y de que se pueden leer al revés lo mismo que al derecho, sin que a penas varíe el sentido.

En mis peregrinaciones por países extranjeros, y harto lejos de aquí, conocí yo y traté a una señora muy entendida, cuyo marido era poeta; y ella había descubierto en los versos de su marido que todos se leían y hacían sentido empezando por el último verso y acabando por el primero. Querían decir algunos maldicientes que ella había hecho el descubrimiento para burlarse de los versos de la cosecha de casa; pero yo siempre tuve por seguro que ella, cegada por el amor conyugal, ponía en este sentido indestructible, léanse las composiciones como quiera que se lean, un primor raro que realzaba el mérito de ellas.

Me ha corroborado en esta opinión un reciente escrito de don Adolfo de Castro, quien descubre y aplaude en algunos versos de Santa Teresa,

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