Página:Azabache (1909).pdf/38

Esta página ha sido corregida
— 34 —

ayudaba al cuidado de los caballos, pero tenía muy poco que ver con Jengibre y conmigo.

Algunos días después de esto, me engancharon en pareja con Jengibre en el carruaje. Al principio desconfiaba yo de cómo nos avendríamos los dos en aquel trabajo; pero, á excepción de agachar las orejas cuando me aproximaron á ella, se portó muy bien. Hizo su parte con toda conciencia, hasta el extremo de que yo nunca desearía un compañero mejor. Cuando llegábamos á una cuesta, en vez de acortar el paso, se afianzaba con energía en la collera y partía de frente. Los dos teníamos la misma buena voluntad para el trabajo, y con frecuencia Juan tenía que contenernos en lugar de animarnos. Jamás tuvo que usar el látigo para ninguno de los dos. Nuestro paso era muy semejante, siéndome muy fácil trotar con ella al mismo compás, lo cual era muy agradable al amo y á Juan. Después de dos ó tres salidas juntos, nos hicimos amigos, y esto contribuyó á aumentar mi bienestar en aquella casa. En cuanto á Alegría, nuestra amistad fué mucho mayor. Era un excelente compañero, alegre, resuelto y de buen humor siempre, lo que le hacía ser querido de todos, y más particularmente de las señoritas Josefina y Flora, que acostumbraban montarlo, y jugar con él y con el pequeño perro Frisco.