Página:Azabache (1909).pdf/35

Esta página ha sido corregida
— 31 —

buscar otro que se amoldaba perfectamente. Montó, y al principio me condujo despacio, luego al trote, después á un pequeño galope, y por último, cuando nos hallamos á alguna distancia en el camino real, me tocó ligeramente con el látigo y dimos una espléndida carrera.

—¡Alto, muchacho!-- dijo al cabo de un rato, conteniéndome con las riendas;— parece que no te disgustaría correr con los perros.

Al cruzar el parque, á nuestra vuelta, encontramos al caballero Gordon con su señora; nos detuvieron, y Juan brincó al suelo..

—¿Qué hay, Juan, qué tal se ha portado?

—De primera clase, señor —contestó aquél;— es tan ligero como un gamo, dócil y alegre, y con la boca suave como la seda. Allá en lo hondo del camino real encontramos una carreta cargada de canastas y otros efectos voluminosos que la hacían parecer un mundo. Usted sabe, señor, que muchos caballos no pasan con tranquilidad por el lado de esas carretas; pero éste no hizo más que mirarla con fijeza y en seguida pasó por su lado tan tranquilo como si le fuera bien conocida. En el pinar, y cerca del camino, estaban cazando conejos, y un tiro sonó inmediato á nosotros; lo sujeté un poco y lo observé, pero no hizo el más pequeño movimiento á derecha ni á izquierda. Me afirmé en las riendas y no le