días, y el trabajo era excesivo para mí y para mis caballos. Todo el año entero, sin descanso alguno, es demasiado, y desde que trabajo sólo seis días, me encuentro mucho mejor.
-Está bien-dijo el caballero, un poco amostazado, buscaré otro que lo haga.-Y con esto se retiró.
- Paulina !-gritó Perico, cuando aquél salió.
Paulina se presentó en el acto.
-¿Qué quería el señor Bárcenas ?-preguntó.
Perico le contó lo ocurrido, añadiendo que le era sensible no complacer á aquellos señores, que eran unos buenos parroquianos, puesto que la señora, con mucha frecuencia, alquilaba el carruaje para ir á las tiendas y á hacer visitas, pagando muy bien, siendo probable que ahora perdiesen todo aquello.
-¿Qué opinas tú, muchacha?
-Opino que has hecho muy bien en rehusar, pues necesitas ese día de descanso, para pasarlo con tu mujer y tus hijos, y los caballos lo necesitan también. Dios me libre de volver á los antiguos tiempos.
-Eso mismo es lo que le he dicho al señor Bárcenas; de modo que no te apures-añadió, viendo que ella empezaba como á querer llorar.
Tres semanas se habían pasado después de