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151 reconocer mis heridas, dijo que creía que no había lesión en la coyuntura, y que por lo tanto esperaba que no sería inutilizado para el trabajo, aunque conservaría siempre las cicatrices en las rodillas. Hicieron cuanto estuvo en su poder para practicar una buena cura, que fué larga y dolorosa. Se formó lo que ellos llamaron carne muerta, que me quemaron con cáusticos, y cuando todo estuvo cicatrizado, me aplicaron un ungüento en ambas rodillas, para procurar hacer crecer el pelo otra vez.

Como la muerte de Buitrago había sido repentina, y nadie la había presenciado, se practicó una averiguación judicial. El dueño y los mozos de la posada del León blanco, y algunos otros individuos, declararon que aquél estaba borracho cuando salió de allí; el guarda del portazgo dijo que nos había visto cruzar á todo escape, y á Pascual arreándome con el látigo; y unido á todo esto el haber hallado mi herradura entre las piedras, fué suficiente para evidenciar lo ocurrido, quedando yo libre de toda culpa.

Todo el mundo compadecía á Susana, que estaba casi trastornada, repitiendo sin cesar :

¡Oh! ¡ era muy bueno!... Esa maldita bebida es la causa de todo. ¿Por qué no prohibirán su venta? Oh, Pascual, Pascual !