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Aventuras

gado bien la noche anterior, y después no lo vimos... quiero decir, señor Holmes, que lo ví yo dos veces y paseamos á pie juntos; pero luego volvió papá, y ya no era posible que el señor Hosmer Angel fuera más á casa.

—No?

—Pues no: mi padre no quería nada de eso.

Nunca llegaban visitas á casa si él podía evitarlo, y solía decir que una mujer podía ser feliz en el círculo de su propia familia. Pero entonces, como yo decía á mi madre, una mujer necesita tener su propio círculo para empezar, y yo no tenía ninguno.

—Pero y el señor Hosmer Angel? ¿Hizo alguna tentativa para verla á usted?

—La cosa fué así: mi padre tenía que volver á Francia una semana después, y Hosmer me escribió para decirme que sería mejor y más seguro no vernos hasta que mi padre se hubiera marchado, y que mientras tanto, podíamos escribirnos. Y me escribía todos los días. Las cartas llegaban en la mañana, de modo que mi padre no se enteraba.

—Estaba usted ya entonces comprometida con ese caballero?

—Oh, sí, señor Holmes! Desde la primera vez que paseamos juntos nos comprometimos. Hosmer... el señor Angel,.. era cajero de una oficina de la calle de Leadenhall... y...

—Qué oficina?

—Eso es lo peor, señor Holmes: no sé cuál.