Página:Aventuras de Sherlock Holmes - Tomo I (1909).pdf/48

Esta página no ha sido corregida
46
Aventuras

licor, empujones, golpes, chichones, una hermana ó la dueña de casa que salen á la defensa. El más crudo de los escritores nada podría inventar de más crudo.


—Puede usted estar seguro de que ha elegido usted el peor ejemplo para su teoría,—dijo Holmes, tomando el diario y echándole una ojeada. Este es el proceso de separación de Dundes, y la casualidad ha querido que yo me ocupara en aclarar algunos pequeños puntos relacionados con él. El marido era sobrio, un bebedor de te, no hubo de por medio ninguna otra mujer, y aquello de que su esposa se queje ba era esto: cada vez que se sentaban á la mesa á comer, él se sacaba la dentadura postiza y la arrojaba á la cara de su mujer. Usted reconocerá que no es fácil que semejante cosa se le ocurra á un escritor de cuentos. Tome usted un polvo de rapé, doctor, y convenga usted en que lo he batido con su propio ejemplo.

Me extendió su tabaquer a de oro viejo, con una gran amatista en el centro de la tapa. Ese esplendor estaba tan en contraste con la sencilla vida y llano vestir de Holmes, que no pude dejar de mostrar sorpresa.

—1Ah! Había olvidado que hace cuatro semanas que no nos vemos. Este es un pequeño recuerdo del rey de Bohemia por la ayuda que le presté en el caso de los papeles de Irene Adler.

Y el anillo?—le pregunté, mirando un magnifico brillante que chispeaba en su dedo.