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Aventuras

—¡Ni una palabra más! ¡Largo de aquí!

Ni se necesitaban más palabras: una carrera precipitada, un rodar por las escaleras, el golpe de la puerta de la calle al cerrarse, y en la calle el estrépito de unos pies que corrían por el empedrado.

—Al fin y al cabo, Watson—díjo Holmes, alargando la mano hacia su pipa de yeso, yo no tengo contrato ninguno con la policía para suplir sus deficiencias. Si Horner estuviera en peligro, la cosa sería diferente; pero este sujeto no se presentará á declarar en su contra, y el asunto terminará allí. Supongo que con esto cometo un delito, pero es muy posible también que salve una alma. Este individuo no volverá á delinquir: está demasiado asustado para ello. Envielo usted ahora al presidio, y lo convertirá usted en un criminal de profesión. Por otra parte, estamos en la estación del perdón. La casualidad ha puesto en nuestro camino uno de los problemas más singulares, y su solución es bastante premio para nosotros. Si tiene usted la bondad, doctor, de tocar el timbre, empezaremos otra investigación, en la que también una ave será el principal motivo.

FIN DEL TOMO PRIMERO