Página:Aventuras de Sherlock Holmes - Tomo I (1909).pdf/23

Esta página ha sido corregida
21
de Sherlock Holmes

del fuego y durante algunos minutos se rió con todas sus ganas.

—¡Vaya, vaya!—exclamó, y la risa lo ahogaba; y se rió otra vez y otra, hasta verse obligado á tenderse de espaldas en la silla, cansado, exhausto.

—¿Qué pasa?

—Lo que pasa es demasiado divertido. Estoy seguro de que no podría adivinar nunca cómo he empleado la mañana, ni á qué resultado he llegado.

—No lo puedo imaginar. Supongo que ha estado usted averiguando las costumbres, y quizá estudiando la casa de la señorita Irene Adler.

—Así es; pero lo que siguió á ese estudio fué bastante inesperado. Voy á decirlo á usted todo. Salí de aquí poco después de las ocho, personificando á un groom sin trabajo. Hay entre los hombres que manejan caballos, una maravillosa simpatía mutua, una masonería. Sea usted uno de ellos, y luego sabrá cuanto por ellos se puede saber. Pronto estuve en Briony Lodge. Es un verdadero bijou esa villa, con su jardin detrás, y construida en la misma orilla del camino: tiene dos pisos. Anchas gradas en la puerta, espaciosa sala á la derecha, bien amueblada, con largas ventanas que casi tocan el suelo, y esas anticuadas aldabas de ventanas que un niño puede abrir. Nada de notable había detrás, á no ser esta observación: á la ventana del pasadizo se puede llegar por el techo de la cochera. Me