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de Sherlock Holmes

haberse comunicado con su amigo el láscar, pero esta falta fué remediada pronto: se le prendió y se le registró, y nada se le encontró que pudiera acusarle. Cierto es que en la manga derecha de su camisa había varias manchas de sangre, pero él señaló su dedo anular, que tenía un corte cerca de la uña, y explicó que la sangre procedía de allí, agregando que había estado en la ventana no mucho antes, y que las gotas de sangre que se habían visto alli habían caído indudablemente también de su dedo.

Negó rotundamente haber visto uunca al señor Neville Saint Clair, y juró que la presencia de las ropas de éste en su cuarto eran para él un misterio tan grande como para la policía.

En cuanto al aserto de la señora Saint Clair, de que había visto á su esposo en la ventana, declaró que la señora debía estar loca ó soñando. Se le condujo, entre protestas ruidosas de su parte, á la comisaría de policía, y el inspector se quedó en la casa, con la esperanza de que la marea baja pudiera proporcionarle algún nuevo dato..

Y así fué, aunque lo que apareció en el lado de la orilla no era lo que el inspector esperaba:

el saco de Neville Saint Clair, apareció al bajar la marea. Y qué cree usted que había en los bolsillos?

—No me lo imagino.

—No, no creo que acertaría usted á adivinarlo. En todos los bolsillos peniques y medios pe-