dificultad. Con esta embarcacion teníamos costumbre de hacer las excursiones mas endiabladas, y ahora, cada vez que lo pienso, tengo á gran milagro el contarme en el número de los vivos.
Referiré una de estas aventuras, por via de introduccion á una historia mas larga y mas importante. Una noche habia gente en casa de Mr. Barnad y al fin de la velada Augusto y yo estábamos bastante borrachos. Como tenia yo de costumbre en casos semejantes, en vez de volver á mi casa, preferí pasar la noche con él. Augusto se durmió muy tranquilamente, ó al menos tal creí, sin decir una palabra de su asunto favorito, (Era la una poco mas ó menos cuando se retiró la concurrencia). Podria haber trascurrido media hora desde que nos habíamos acostado, y yo iba á quedarme dormido, cuando Augusto se despertó de repente y soltando una gran blasfemia, juró que no se sujetaria á dormir por todos los Arturos Pym de la cristiandad, cuando soplaba tan hermosa brisa de sur-oeste. Mi asombro fue grande no sabiendo qué quería decir y pensando que los vinos y licores le habían puesto absolutamente fuera de sí. Se puso, sin embargo, á hablar muy tranquilamente diciendo que bien sabia que yo le creia borracho, pero que en su vida habia estado mas sereno: que estaba fatigado de verse en la cama como un perro, haciendo tan buena