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FERNÁNDEZ DE MORATIN

Ninguna las pasiones de Asmodeo
supo apagar tan bien como esta dama,
más graciosa que Venus en la cama
si al deleite suavísimo convida;
diga si miento quien la vió dormida.
Primero faltará de las braguetas
de los ardientes frailes la lujuria,
Gertruditas, que te haga tal injuria,
que te pase en silencio tu poeta.
Mas no es mi Musa tal que no respeta
otras mil putas de elevado timbre
con altos y excelentes tratamientos
que en altas casas, que en dorados techos,
en canapés y en turas otomanas
satisfacen el lánguido apetito
con pajes, con abates y cortejos,
ó con el peluquero ó Mayordomo,
y luego van en sillas sobre el lomo
de robustos gallegos y asturianos
tal vez solicitados de sus amas.
Y aunque digas que llaman á estas damas,
y las mulas de Almagro ó los caballos
andaluces arrastren sus carrozas,
lo dan también como las otras mozas,
al capellán, lacayo ó á un volante.
Mas si pretendes que mi Musa cante