Página:Arkady Arvechenko - Cuentos (1921).djvu/86

Esta página no ha sido corregida
86
 

defensa de mi abogado. Es un joven que acaba de recibir su título. ¿Qué sabe de la vida? ¿Qué le han enseñado en la Universidad? Fuera de unas cuantas artimañas jurídicas y cuatro o cinco frases célebres, lo ignora todo. Con este bagaje científico, que cabe en una punta de pañuelo, empieza hoy a vivir. ¡No le juzguéis severamente, señores jueces! Apiadaos del pobre mozo y no consideréis un crimen lo que no es sino ignorancia y candidez. Además de jueces, sois cristianos. Yo invoco vuestros sentimientos cristianos y os ruego que le perdonéis. Tiene aún toda una vida por delante, y se corregirá con el tiempo. Estoy seguro, señores jueces, de que, obedeciendo a los impulsos de vuestros nobles corazones, absolveréis a mi abogado, en nombre de la verdadera justicia, en nombre del verdadero derecho.

Mi discurso impresionó mucho a los jueces. Mi abogado se llevó el pañuelo a los ojos.

Cuando los jueces acabaron de deliberar y ocuparon de nuevo sus asientos, el presidente declaró: —El acusado ha sido absuelto.

Poco amigo de ambigüedades, yo me apresuré a preguntar: ¿Qué acusado?

—Los dos. Usted y su defensor.

Mi defensor fué felicitadísimo. Los dos colegiales parecían un poco desconcertados; sin duda hubie-