Página:Arkady Arvechenko - Cuentos (1921).djvu/83

Esta página no ha sido corregida
83
 

—El acusado—rectificó el presidente—. No se le ha condenado aún.

—Ha sido un lapsus, señor presidente. Con el de demostrar que cuando se publicó la noticia de autos el condenado, digo el acusado, estaba fuera.

—Es lo mismo. Como director es responsable de cuanto se publica en el periódico.

—¡Ah, sí, se me había olvidado! No obstante...

Mi mano se agarró, nerviosa, al faldón de la levita del letrado y tiró con violencia.

—No insista usted!

El letrado se volvió hacia mí. Su palidez iba en aumento. Sus manos se apoyaban, trémulas, en la mesa.

¿Que no insista? Bueno... Señores jueces, señores jurados...

Nuevo tirón.

— Jurados, no. ¡Aquí no hay jurados!

—No importa... Señores jurados, si los hubiera, que debía haberlos aquí, en representación de la opinión pública...

Campanillazo presidencial.

—Ruego al señor defensor que se abstenga de toda manifestación política.

—Bueno, bueno, señor presidente... El calor de la improvisación...

Larga pausa. El orador ya no estaba pálido; estaba lívido. De pronto, con la brusca resolución de un jugador desesperado que se juega a una carta todo el dinero que le queda, gritó: —Señores jueces: tengo el honor de declarar que