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El joven abogado acabó de desconcertarse.

¿Quién me pagará entonces? Como usted comprenderá, no voy a trabajar de balde. El título me ha costado un ojo de la cara.

—Como se trata de un proceso político...

—En los procesos políticos, no cobra el abogado defensor?

—Si es un abogado que se respeta, no.

—¿Ah, sí? ¡Pues nada, no cobraré ni un copeck!

¡Haré ese sacrificio en aras de la libertad!

—¡Gracias! ¡Venga esa mano!

II

El joven me expuso su sistema de defensa.

—Usted declarará—me dijo—que no ha publicado tal noticia.

—¡Cómol ¡Si el número en que la noticia ha sido publicada obrará en poder de los jueces!

—¿Ah, sí? ¡Qué imprudencia ha cometido usted!...

Entonces, lo mejor será que declare que el periódico no es suyo.

—¡Pero si figura mi nombre bajo el título y a la derecha de la palabra «director»!.

—Usted declara que no lo sabía.

— ¡No, no puede ser! Nadie ignora en Petersburgo que el director del periódico soy yo.

—Pero el tribunal no va a llamar a declarar a Petersburgo entero... Además, puede usted decir que la noticia ha sido publicada en su ausencia de usted.