Página:Arkady Arvechenko - Cuentos (1921).djvu/78

Esta página no ha sido corregida

UN ABOGADO


I

—Puede usted felicitarme—me dijo un joven conocido mío, la redonda faz iluminada por una sonrisa de dicha—. Acabo de recibir el título de abogado.

—¿De veras?

—¡Palabra de honor!

Se puso serio.

—¿No se trata de una broma?—le pregunté.

Su seriedad subió de punto.

—Amigo mío—contestó en tono doctoral—: los hombres que, como yo, constituyen la guardia de honor de la Ley no bromean. Los defensores de los oprimidos, los adalides de las grandes tradiciones jurídicas, los sacerdotes del templo de la Justicia, no tienen derecho a bromear...

Y luego de mirarme unos instantes en silencio, sin duda para ver el efecto que sus graves palabras me habían producido, añadió: —¿Necesita usted los servicios de un abogado?

Yo me di una palmada en la frente.

—¿No he de necesitarlos? Nosotros, los directo-