Página:Arkady Arvechenko - Cuentos (1921).djvu/73

Esta página no ha sido corregida
73
 

poco?El domador y el propietario han estado en la tienda, y lo sé por ellos. Traen un piel roja, admirable arquero, y un negro.

No obstante mi dominio sobre mí mismo, creo que palidecí un poco.

—¿Y qué hace el negro?—pregunté.

—Seguramente, algo notable; pues no le darán de comer sólo por el color.

—¿De qué tribu es?

—Debe de ser de una tribu muy buena, porque es más negro que el betún. Ya lo verás. El primer día de Pascua se abre el barracón.

Aquella noche apenas pude pegar los ojos.

¡Qué emoción la mía al levantar la cortina roja con dibujos fantásticos y entrar en el barracón de las fieras!

Una tempestad de ruidos me aturdió: los sones de un órgano mecánico, los chasquidos del látigo del domador, los rugidos de un león.

Parecíame haber sido transportado de pronto a las selvas virgenes del Africa, y el corazón se me saltaba del pecho.

Pero no tardé en empezar a sufrir decepciones.

La primera me la causó el negro.

Un negro debe ir en cueros vivos, sin otra vestimenta que un taparrabos encarnado, y el que yo tenía ante los ojos era una profanación de su raza: