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situaciones terribles, y la frase estoy perdido!» sonaba en sus oídos como una exclamación heroica.

La frase la había leído en una novela de MayneReid, cuyo protagonista la pronunciaba en circunstancias verdaderamente poco envidiables: habiéndose subido a un árbol para salvarse de una inundación y de un ataque de los pieles rojas, veía, de pronto, en el mismo árbol, un tigre dispuesto a acometerle; y por si esto no era bastante, rodeaban el tronco innumerables cocodrilos y un rayo incendiaba las ramas. En tal estado de cosas, tenía cierta justificación que el protagonista gritase: Estoy perdido!»

Semen Pantalikin necesitaba resolver uno de los más difíciles problemas que se le han propuesto ser humano. Y sólo disponía, para resolverlo, de algunos minutos. La situación, en verdad, era desesperada.

He aquí el problema: Dos campesinos han salido de la localidad A en dirección a la localidad B. El primero anda 4 kilómetros por hora, y el segundo, 5. El primero ha salido un cuarto de hora después que el segundo. La distancia entre la localidad A y la localidad B es igual al número de rublos que se ganarían vendiendo, a razón de 250 rublos, 10 toneles de vino, que han costado tantos rublos como días suman los siete primeros meses del año 1888. El primer campesino ha sa.