Página:Arkady Arvechenko - Cuentos (1921).djvu/21

Esta página ha sido corregida
21
 

y participan del botín, siendo siempre su parte la parte del león.

—¡Es verdadl—suspiró mi interlocutor.

—¡Vaya que es verdad! Siempre ocurre así bajo el régimen capitalista: el capital explota al trabajo. En realidad, quienes roban no son ustedes, sino ellos. ¿Acaso son ustedes peligrosos para la sociedad? ¡Nada de eso! Quienes lo son son esos explotadores, esos vampiros, que constituyen el principal azote de la vida contemporánea. Compañero, querido amigo, le hablo con entera sinceridad: yo, por varias razones que no es del caso enumerar, aprecio mucho esos objetos, mientras que ustedes los venderán, y ¿qué sacarán de ellos? ¡Casi nada! No creo que les den ni cincuenta rublos...

—¿Cincuenta? Si nos dieran veinticinco podíamos decir que habíamos hecho una gran venta.

—¿Ve usted? Acabaremos por entendernos, queridos amigos. Tengo dinero en el despacho, no lo niego. Poca cosa, como les he dicho: ciento quince rublos. Sin mis indicaciones no los encontrarán ustedes. Si nos ponemos de acuerdo, les diré dónde están. Podrán ustedes llevarse cien; los quince restantes me los dejarán para los gastos urgentes. Una vez en su poder los cien rublos, se retirarán, sin llevarse los efectos. Les doy mi palabra de honor de no denunciarles a la Policía. Consideraré todo esto un negocio puramente privado, un negocio entre camaradas, que a nadie, fuera de nosotros, le interesa. ¿Aceptan ustedes?

—Si; pero...