habían hecho con favorecer á su hermano, pero con designio de desapoderar al infeliz discípulo del resto miserable de su grandeza. Juntó el de Fez todas las fuerzas que pudo para oponérsele, descollando entre los más valerosos de su campo un cierto Buazon, deudo suyo, y denominado rey de Vélez, cuya fama fué luego grande, como veremos. La batalla se dio al pasar un vado del río de los Negros, y con poquísima pérdida de ambas partes, quedó vencedor el xerife y desbaratados y fugitivos los contrarios. Buazon, después de hacer cuanto de un buen capitán podía esperarse, logró recogerse en Fez con los restos del ejército; pero Admed Beni-Watas y su hijo Abu-Beer, según Mármol, cayeron en poder del xerife, herido el primero y harto cansado de la pelea. Notable entrevista aquella de maestro y discípulo tras tantos años y tan diversos trances de fortuna. Cuéntase que así como se halló el xerife delante del otro, le dijo estas palabras: «Hamet-Watas, la ira de Dios ha caído sobre ti, y Él ha permitido esta tu prisión por lo mucho que le has ofendido en consentir tantos pecados públicos al pueblo de Fez, donde con más razón que en otro cabo había de ser venerado Alá y nuestro Mahoma. Mas ten buen ánimo, y no creas que porque quisiste favorecer á mi hermano y sus hijos contra mí te he de hacer mal. En poder estás de hombre mahometano y no de cristianos, donde pudieras tener menos esperanza de tu salud; y si tú eres cuerdo, no dudes de volver á tu reino.» Y el desventurado Watas, alzando la cabeza como mejor pudo, puesto que estuviese grandemente fatigado de las heridas, le respondió de esta suerte: «Lo que está escrito en la frente de los hombres se ha de cumplir. No son
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HISTORIA DE MARRUECOS