cientos moros, los cuales, por entender que el conde quería saltar en tierra y combatir á Vélez, la desampararon. Vista esta ocasión Pedro Navarro se apoderó sin dificultad del castillo, desde donde azotaron los castellanos con su artillería á los moros que habitaban la ciudad[1], hasta obligarles á entrar en conciertos, y que les facilitasen cuanto necesitaban. Opusiéronse á los proyectos del católico los reyes de Portugal, que miraban con temor y celos nuestro engrandecimiento por aquella costa, y en el ínterin, como no tenían otras empresas vecinas de sus Estados, consiguieron mucho mayores frutos que los monarcas españoles, ayudándoles éstos generosamente, á pesar de los celos, en algunas ocasiones, como cuando Pedro Navarro impidió con su armada que tomasen los moros á Arzila. Tal vez los portugueses habrían hecho en África lo que hicieron del lado allá los vándalos y ben-umeyas y en la parte de acá los almorávides y almohades, que fué juntar bajo un propio cetro entrambas orillas del Estrecho, si al cabo el descubrimiento de las Indias occidentales no encaminase á otro fin su esfuerzo y fortuna, apartándolos de Fez, que podían considerar como reino propio. Ya queda dicho que ganaron á Ceuta, y sin gran dificultad por cierto, porque arruinadas sus fortificaciones fué casi abandonada, como Melilla, por los moros, apenas divisaron la armada que gobernaba el rey don Juan I con sus hijos los infantes D. Duarte, D. Pedro y D. Enrique, y los soldados portugueses entraron revueltos en la ciudad con los pocos que habían pretendido impedir el desembarco. Menos fortuna tuvieron,
- ↑ Mariana, libro xxix.