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APUNTES

proseguir las conquistas de su padre, y llamando á los guerreros de las cabilas y á cuantos hombres podían traer armas en sus Estados, juntó ejército tan poderoso como otro no se había visto jamás entre los muslimes, puesto que llegaba á seiscientos mil combatientes de á pie y de á caballo, y con él desembarcó del África en España. Salieron á su encuentro los príncipes cristianos, coligados por el común peligro que les amenazaba, y encontrándose los ejércitos en las Navas de Tolosa, tuvo lugar aquella famosísima batalla que hizo decir al Cartas estas melancólicas palabras[1]: «Desapareció la fuerza de los musulmanes de Andalucía desde aquella derrota; en adelante no les quedó estandarte victorioso, se levantó el enemigo con dominio y soberbia sobre ella, se apoderó de lo más de ella». Se ve, pues, que no es tan exagerada como se ha supuesto la relación que hacen de esta batalla nuestros historiadores. Mohamad se retiró á Marruecos; si algún esfuerzo hubo en su corazón, lo apagó tamaño desastre; confuso, temeroso y avergonzado se encerró en su palacio, y allí dio su vida á los placeres, hasta que dos de sus servidores le privaron de ellos con un tósigo. En los principios de su reinado había logrado refrenar algunas revueltas y anunciado ciertas virtudes; pero sus ulteriores desdichas y vicios deshonraron para siempre su memoria. Almostansir, su hijo, que le sucedió en el trono, vivió en placeres y liviandades y murió mozo. Después de este rey, el imperio fué todo revueltas y parcialidades.

Porque como Almostansir no dejó hijos, hubieron sus

  1. En estas frases no sigo la traducción de Moura, sino la de Bacas Merino, que hay en un tomo de Mss. de la Academia de la Historia.