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HISTORIA DE MARRUECOS

les, no solamente le dieron seguro, sino que á su voz se levantaron contra los almorávides y comenzaron á guerrear con ellos. Esto fué lo que supo Alí en España, donde había ilustrado su nombre con muchas victorias, entre otras la de Uclés, que costó la vida al infante don Sancho; y vuelto al África, convirtió todas sus fuerzas contra los almohades; pero fué tanta la fortuna de estos fanáticos innovadores que, rotas en campo sus aguerridas huestes, tuvo que reducirse á defender algunas fortalezas. Ni la muerte de Mohamad, el falso Mahdí, detuvo un punto las empresas de sus discípulos. Sucedióle en el imperio Abdelmumen, el más querido de ellos, quien se apoderó de toda la Mauritania; y luego, enviando guerreros escogidos á la parte de España, acometió las provincias que allí poseían los almoravides. Alí murió de tristeza, y su hijo Taxefin, no más afortunado que él, aunque valerosísimo y vencedor en muchas ocasiones de cristianos, gozó poco tiempo del mando. Traíanle harto apretado los almohades en la fortaleza de Oran, y como intentara sorprender con pocos de los suyos el campo de los sitiadores, las sombras de la noche, que escogió por confidentes, lejos de favorecer su empresa, le fueron muy adversas porque perdió el camino, y engañada con lo obscuro la mula que montaba, se despeñó por las alturas que dominan la playa. Allí, á la lengua del agua, pareció al día siguiente Taxefin horriblemente destrozado, príncipe famoso en nuestra historia y dignísimo de otra fortuna. Con lo cual, el señorío de los almohades no encontró apenas resistencia; Fez y Marruecos cayeron en sus manos, aunque no sin largos cercos y sangrientos combates, muriendo en la última de estas plazas Ybrahin-